Escrito por: Elvis Occ
Fue a principios de los 80s que por primera vez
escuche ese acento caribeño tan venezolano y pregunte quien era el tipo, no faltó
quien me dijera que era el esposo de una prima. Juraba que era venezolano, pero
no, era peruano y regresaba después de haber estado un par de años trabajando
en Caracas. Comentaban los viejos que había valido la pena el gasto incurrido porque
le fue muy bien. Un buen billete en pasaporte, visa, tickets de vuelo y bolsa
de viaje invertidos, porque de otro modo no le permitían la entrada a nadie en la
afluente Venezuela. Y pensar que nuestro país hoy tan solo les pide pasaporte a
los ciudadanos venezolanos para entrar al más o menos acomodado Perú, pero hay
de los que se cortan las venas y gritan xenófobo por tal común exigencia.
He escuchado toda suerte de sandeces como
argumento de gente que en algún momento creí tenían cuatro dedos de frente en
cuando se toca el tema de la invasión de refugiados venezolanos. De los políticos
me puedo esperar cualquier cosa, literalmente cualquier cosa, pero no de los
imparciales cultileidos. Los políticos que hoy apoyan la indiscriminada migración
de los pobres venezolanos por ser una causa popular, recularan al generalizarse
la "xenofobia". La cereza de la torta son los “solidarios” periodistas
y melodramáticos personajes de la farándula que nos reclaman el no ser
solidarios con la gente que alguna vez nos tendió la mano. Inclusive, un
talentoso lector de teleprompter, argumento que como no estamos acostumbrados a
recibir migrantes pues... Queee? Si al Perú siempre ha llegado gente de países más
lejanos que Venezuela. Españoles, japoneses, chinos, árabes, yugoslavos, italianos,
alemanes, ingleses y paro de contar. No olvidemos que Pizarro y sus hombres
llegaron sin pareja por estas tierras. Asi que indios puros no somos.
El buenismo está a punto de arruinar todo lo
conseguido desde los oscuros 90s plagado de terrorismo y crisis económica. No
tenemos el musculo económico de Suiza o EEUU para soportar una oleada intempestiva
y sin avisar de 500 mil almas, ni para seguir recibiendo más refugiados
venezolanos. Este barco llamado PERU podría comenzar a hacer agua de un momento
a otro y por sobrepeso. El Ministro de Economía y el de Trabajo ya dijeron –muy
tímidamente, temen que los llamen xenófobos- que la presión en los servicios
públicos se está haciendo sentir a causa de la indiscriminada y descontrolada
llegada de los refugiados venezolanos. La frontera norte tiene que ser cerrada
y afrontar la bronca que gratuitamente nos hemos echado encima. Seamos honestos, Perú no tiene ilimitados
recursos y por cierto tampoco es el paraíso terrenal, nosotros también tenemos
nuestros propios “refugiados venezolanos”. Los tenemos en el Norte sin
reconstruir, en la fría serranía donde mueren de frio y también en las
estadísticas de tuberculosos que hasta el día de hoy no se reduce.
Mientras escribo estas líneas, Ecuador habilita
un “corredor humanitario” para acarrear la mayor cantidad posible de refugiados
venezolanos a la frontera con nuestra patria. Parecer ser que los ecuatorianos
ya están llenos del carisma y disposición al trabajo de los paisanos de Hugo Chávez
y desfogan ese empacho hacia Perú. Inclusive, dos distritos fronterizos en
Tumbes ya están en emergencia debido a la enorme cantidad de venezolanos
varados allí.
Más de treinta años después vuelvo a escuchar
ese acento venezolano al hablar y no son peruanos vueltos del país caribeño,
esta vez son chamos. Son ellos los que ahora envían dólares a sus familias en
Caracas, Maracaibo o Zulia. Si Zulia, de donde era la heroína de la novela ochentera
La Zulianita. Fue a principios de los 80s que escuchamos y vimos venezolanos
por nuestra tierra, pero en la televisión. No éramos xenófobos en ese entonces
ni lo somos hoy. Solo somos peruanofilos.
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